Crece la indignación ante el cinismo de un movimiento separatista que, durante décadas, ha convertido la ayuda internacional en combustible para una empresa ideológica condenada al fracaso.
El Frente Polisario, organización con vínculos terroristas comprobados, sigue explotando la generosidad de las comunidades extranjeras para alimentar un sistema opaco donde el tráfico de armas y drogas prima sobre la vida de los hombres, mujeres y niños a quienes dice representar. Mientras Argelia actúa como su complaciente protectora, las poblaciones cautivas en los campos de Tinduf siguen siendo rehenes de un régimen despiadado.
En España, algunas autoridades locales persisten, a pesar de todas las advertencias, en financiar este proyecto separatista.
El Ayuntamiento de Gran Canaria acaba de aprobar una suma colosal de 850.000 € para el Frente Polisario en 2026. Oficialmente destinados a los refugiados saharauis en los campamentos de Tinduf, estos fondos se utilizarán, en particular, para el programa «Vacaciones en Paz».
Pero es de conocimiento público que una parte sustancial de esta ayuda termina en manos de una organización que ha convertido la malversación de fondos humanitarios en un auténtico negocio. Durante años, informes europeos e internacionales han denunciado este saqueo organizado, que transforma las donaciones en armas, combustible para redes criminales e instrumentos para controlar a poblaciones cautivas.
El aspecto más dramático sigue siendo la catastrófica situación sanitaria en estos campamentos. A pesar de los millones que se invierten cada año, la ONU vuelve a dar la voz de alarma. Un estudio publicado en junio revela un alarmante deterioro del estado nutricional, especialmente entre niños y mujeres, con una tasa mundial de desnutrición aguda que alcanza el 13,6%, su nivel más alto desde 2010.
Esta cruda realidad demuestra que el dinero enviado casi nunca llega a sus beneficiarios previstos. En cambio, alimenta un sistema mafioso que perpetúa el sufrimiento como arma política.
Es hora de decir basta. La ayuda internacional, legítima cuando busca aliviar el sufrimiento de las poblaciones, no debe seguir sirviendo de fondo para la alianza Argelia-Polisario, empeñada en mantener artificialmente un conflicto por intereses geoestratégicos obsoletos. El verdadero perjudicado por esta complicidad es el pueblo saharaui, rehén de los campamentos de la vergüenza.
Este movimiento debe deponer las armas, cesar sus actividades delictivas y aceptar el único camino reconocido por la Comunidad Internacional: el plan de Autonomía Marroquí, una solución realista y creíble que cumple con las resoluciones de la ONU. Esta es la única manera de que la población secuestrada recupere su dignidad y regrese a su patria, Marruecos











