La política exterior argelina, centrada en proteger el régimen militar, aumentando la conspiración y posicionando al país como “objetivo” de las grandes potencias extranjeras, está reescribiendo una nueva página cediendo sus tierras a actividades hostiles a Turquía.
Esta vez, Argelia ha dado un paso peligroso al acoger en su territorio actividades prokurdas, sirviéndolas de plataforma para atacar a Turquía, con la que Argelia mantiene una relación muy fría desde sus recientes acusaciones de interferencia en Libia y Mali.
Estas gesticulaciones se desarrollan en un doble contexto:
1. Argel critica a la Turquía de Erdogan por el oportunismo geopolítico escondido detrás de una fachada de “hermandad musulmana”, mientras la influencia turca crece en el norte de África y Oriente Medio.
2. Argel parece ahora dispuesto a aferrarse a cualquier voz, aunque sea poco creíble y clasificada como terrorista, para intentar mantener a flote a su aliado que se hunde, el Polisario.
Sin embargo, la región de Tinduf, bajo estricto control militar argelino y que requiere autorizaciones especiales para acceder a ella, acogió a activistas pro-kurdos, garantizando al mismo tiempo la presencia de medios de comunicación argelinos en el lugar, lo que revela una clara voluntad de dar publicidad a este acontecimiento hostil contra Turquía, en un acto de provocación e injerencia directa.
La presencia de Kerim Scamberguer, virulento crítico del presidente Erdoğan y cercano al PKK, considerado grupo terrorista por Ankara, en Tinduf, que alberga a los separatistas del Polisario, para expresarse abiertamente contra los “yihadistas turcos” y promover el movimiento separatista de Rojava. , indica que Argelia ha decidido convertirse en una plataforma crítica del gobierno turco, lo que podría exacerbar las tensiones regionales.
Como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Argelia empaña su imagen y socava su credibilidad internacional al apoyar a grupos considerados terroristas por algunos países.
Esta inconsistencia entre su discurso oficial sobre la estabilidad y sus acciones plantea serias dudas sobre sus verdaderas intenciones en el Consejo de Seguridad.
Además, el uso de influenciadores argelinos bajo el OQTF y con un pasado criminal, para amenazar a sus oponentes en Francia, ilustra una estrategia de desestabilización, con una destacada política exterior centrada en el mantenimiento y la escalada de los conflictos.
Así, al igual que Francia, Marruecos, los países del Sahel, España, etc., el deterioro de las relaciones diplomáticas entre Argelia y Turquía ilustra el creciente aislamiento de Argelia en la escena internacional.
Este aislamiento podría tener graves consecuencias para la sostenibilidad de su régimen y poner seriamente en duda la falta de credibilidad de Argelia en su discurso a favor de la paz regional












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