El “pueblo saharaui” es solo un pretexto: el verdadero temor de Argel es el Sáhara oriental Marroquí.

euromagreb4 نوفمبر 2025آخر تحديث :
El “pueblo saharaui” es solo un pretexto: el verdadero temor de Argel es el Sáhara oriental Marroquí.

Argelia teme el día en que Marruecos exija sus fronteras robadas.
Detrás de los eslóganes sobre la “autodeterminación”, subyace una agenda mucho más antigua y profunda: el temor a que Marruecos reabra el tema de las fronteras coloniales.

Porque cuando Francia convirtió a Argelia en un departamento francés, le anexó una enorme porción del Sahara Marroquí, en desprecio de la historia, las tribus y la geografía.

Esta injusticia original es la matriz del conflicto. Lo que Argelia presenta como una “causa de liberación” es, en realidad, solo una cortina de humo destinada a enmascarar su temor existencial: que Rabat algún día exija la devolución de los territorios robados.

Un poco de historia para los que faltaron a a clase

La gran traición del régimen argelino:
En 1961, Mohammed V había apoyado abiertamente la lucha del FLN, llegando incluso a ofrecer una base de retaguardia a la resistencia argelina.
A cambio, el gobierno provisional de Ferhat Abbas había prometido renegociar las fronteras una vez lograda la independencia.
Pero apenas en el poder, Ben Bella dio la espalda a estos compromisos.
Con el pretexto del principio de “la inviolabilidad de las fronteras coloniales”, Argelia rechazó cualquier negociación y conservó los territorios marroquíes amputados por Francia: Tinduf, Colomb Béchar, Hassi Beïda.

Así nació la disputa, alimentada por la duplicidad y santificada por una mentira legal

Los archivos confirman la verdad marroquí en blanco y negro:
Un documento desclasificado de la CIA reconoce que Francia, al trazar las fronteras entre Marruecos y Argelia, favoreció sistemáticamente a la “Argelia francesa” a expensas del Reino.
Otras fuentes francesas y españolas muestran que el Sahara oriental, desde Tinduf hasta Taoudéni, había estado integrado durante siglos en el espacio Sultánico Marroquí.
Los Caídes Marroquíes administraban las rutas de las caravanas, recaudaban impuestos y administraban justicia en nombre del Sultán.
La Bandera Marroquí ondeaba en Tinduf, la jutba del viernes se pronunciaba allí en nombre del Soberano.
Todas estas son señales de Soberanía que ningún historiador serio cuestiona hoy en día

El Polisario: una invención militar para desviar la atención del verdadero debate.
Como afirmó con valentía el escritor franco-argelino Boualem Sansal: “los militares inventaron el Polisario para desestabilizar Marruecos”.
Este movimiento nunca fue una expresión popular, sino una creación estratégica destinada a desviar la atención del problema de las fronteras heredadas del colonialismo.
Al mantener un conflicto artificial en Occidente, Argel se asegura de que nadie mire hacia Oriente: donde reside la verdadera herida colonial: la del Sáhara oriental Marroquí, anexionado por Francia y luego ilegítimamente “heredado” por la Argelia independiente.
Es una ilusión geopolítica convertida en dogma de Estado.

El odio antimarroquí se ha convertido en doctrina de Estado.
El FLN construyó su legitimidad sobre una narrativa nacional revisionista, alimentada por el resentimiento antifrancés y una obsesión antimarroquí.
Esta propaganda se ha transmitido de generación en generación, incluso a la diáspora. Cualquiera que se atreva a recordar la verdad histórica, como Boualem Sansal, sufre represión: escritores encarcelados, intelectuales silenciados, medios de comunicación amordazados.
Este rechazo enfermizo a Marruecos sirve de cemento ideológico para un régimen incapaz de unir a su pueblo excepto a través del odio a su vecino.

El Sáhara se convierte así en una válvula de escape colectiva, un refugio para un poder sin proyecto, visión ni legitimidad democrática

En última instancia, todo se reduce al miedo.
El temor a un Marruecos que acepta su historia milenaria, a un Reino que avanza económica y diplomáticamente, y sobre todo a un Marruecos que posee archivos irrefutables que prueban su derecho.

Argelia sabe que si este tema se plantea alguna vez en el ámbito internacional, ya no podrá ocultar la iniquidad de su legado colonial.
Así, para retrasar lo inevitable, blande el espectro de la “autodeterminación”, financia un frente separatista imaginario y mantiene un conflicto que sabe que no tiene resultado.
El Sahara Marroquí es solo una cortina de humo; el verdadero quid del problema es el miedo paralizado de Argel a la historia: una historia que los archivos, los mapas y los hechos nos recuerdan: el Sahara, en Occidente como en Oriente, fue y sigue siendo Marroquí

 

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