Abdelhakim Yamani
Director ejecutivo del Instituto Horizontes Geopolíticos, IGH)
Dos grandes acontecimientos ocurridos en septiembre de 2024 sacudieron profundamente el escenario geopolítico en Oriente Medio y el Norte de África, colocando a Argelia en una posición especialmente delicada.
El 27 de septiembre de 2024, Hassan Nasrallah , el poderoso líder de Hezbollah libanés, fue asesinado en una operación atribuida a Israël. Cuatro días después, el 1 de octubre de 2024, al margen de los trabajos de la 79.ª Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, se envió a Argelia una advertencia sin precedentes. John Bass, subsecretario de Estado estadounidense de Asuntos Exteriores, durante una reunión con el ministro argelino de Asuntos Exteriores, Ahmed Attaf, pidió explícitamente a Argelia que “modifique su comportamiento” en la región.
La simultaneidad de estos dos acontecimientos no es trivial y plantea cuestiones cruciales sobre el futuro geopolítico de Argelia.
Este análisis tiene como objetivo explorar en profundidad las implicaciones de esta nueva situación geopolítica para Argelia, examinando cómo estos acontecimientos encajan en un contexto más amplio de desafíos internos y externos que enfrenta el país.
El impasse geopolítico
Argelia se encuentra en una situación de creciente aislamiento geopolítico en 2024. Las relaciones con los países occidentales, en particular Estados Unidos y las naciones europeas, se han deteriorado significativamente a lo largo de los años. Esta degradación es el resultado de una serie de posiciones políticas adoptadas por Argel , percibidas como hostiles a los intereses occidentales en la región.
El continuo apoyo de Argelia a movimientos como el Frente Polisario y sus estrechos vínculos con Iran han provocado una creciente desconfianza por parte de las potencias occidentales.
Las tensiones regionales constituyen otro aspecto crucial del aislamiento de Argelia.
El conflicto diplomático abierto con Marruecos, centrado principalmente en la cuestión del Sahara occidental, ha alcanzado un nivel de tensión sin precedentes.
Esta situación no sólo ha aislado a Argelia de su vecino inmediato, sino que también ha complicado sus relaciones con otros países de la región y más allá, y muchos han optado por apoyar la posición marroquí o prefieren permanecer neutrales en este conflicto de larga data.
El aislamiento de Argelia también se manifestó en su incapacidad para desempeñar un papel mediador en crisis regionales, como la del Mali o Libia, donde su influencia se redujo considerablemente en favor de otros actores regionales e internacionales. Un ejemplo sorprendente de esta pérdida de influencia es el incidente ocurrido en la tribuna de #ONU , donde el ministro maliense el Colonel Abdoulaye Maiga, no dudó en calificar de “fanáticos” a dos personalidades argentinas de alto rango: el ministro de Asuntos Exteriores y el representante permanente ante la ONU.
Esta afrenta pública demuestra la erosión del respeto y la influencia que alguna vez disfrutó Argelia en la región