La propuesta de Joe Wilson, miembro del Congreso de los Estados Unidos, de clasificar el Frente Polisario como organización terrorista, marca un punto de inflexión estratégico en la gestión de la seguridad en el Sahel y el Magreb. Ante el aumento de las amenazas transnacionales, este enfoque adquiere un relieve particular, apoyado por informes de inteligencia que destacan los vínculos de Polisario con actores terroristas como Hezbolá y grupos yihadistas que operan en el Sahel.
Esta decisión se inscribe en un contexto geopolítico en el que la inacción frente a tales amenazas podría comprometer la estabilidad regional, en particular en Marruecos, que, según los expertos, desempeña un papel crucial en la lucha contra el terrorismo.
La clasificación de Polisario como organización terrorista no se limita a un acto político, sino que responde a una emergencia de seguridad mundial, basada en el derecho internacional y las resoluciones de las Naciones Unidas.
Se acaba de dar un punto de inflexión decisivo en el análisis geopolítico del Magreb y el Sahel.
El 11 de abril, Joe Wilson, congresista estadounidense, anunció su intención de proponer un proyecto de ley para calificar al Frente Polisario como “organización terrorista”.
Este enfoque, apoyado por influyentes políticos de ambas cámaras del Congreso, marca un cambio estratégico en la gestión de la amenaza a la seguridad en la región del Sahel y más allá.
El Frente Polisario: Una amenaza geopolítica y a la seguridad
Si bien el Frente Polisario ha sido percibido durante mucho tiempo como un movimiento de liberación, ahora es evidente que sus acciones y evolución han dado un giro mucho más complejo.
Este grupo, que aboga por la independencia del Sáhara, ha visto expuestos sus vínculos con organizaciones yihadistas y actores de desestabilización regional en los últimos años.
La idea de una clasificación terrorista se basa en elementos concretos, en particular los informes de inteligencia que establecen vínculos directos entre el Frente Polisario y los actores de varios movimientos islamistas radicales.
Como señalan los expertos en una tribuna sobre Modern Diplomacy, así como “fuentes corroboradas, apoyadas recientemente por revelaciones del Washington Post, han puesto de manifiesto los vínculos operativos entre el Frente Polisario, Irán y Hezbolá, especialmente en la formación de combatientes saharauis en Siria a través de redes coordinadas con el grupo paramilitar libanés”. Esta información revela una transformación progresiva del Polisario, una vez percibido como un actor de desestabilización local, en un grupo comprometido con una lógica de apoyo a las redes terroristas transnacionales.
Irán y Hezbolá: apoyos decisivos
La implicación de Irán y Hezbolá con el Frente Polisario no es nueva, pero ahora adquiere una dimensión más preocupante.
Los informes de inteligencia confirman que Irán, a través de sus Guardias de la Revolución, habría proporcionado entrenamiento militar a los miembros de Polisario y facilitado su acceso a equipos de guerra sofisticados.
Los expertos afirman que “los vínculos con Irán son particularmente visibles en los campamentos de Tinduf, donde los militares iraníes habrían formado elementos de la Polisario en el manejo de misiles y otros equipos militares avanzados”.
La conexión con Hezbolá también está documentada. “Los informes de campo han revelado el envío de formadores del movimiento chiíta a los campamentos saharauis para misiones de asesoramiento táctico y estratégico.
Esta relación, basada en una alianza contra un enemigo común, se nutre de un intercambio de intereses en la lucha contra las potencias occidentales”.
Estas alianzas, a menudo ocultas, señalan una profunda radicalización del Polisario.
Lazos con los grupos yihadistas del Sahel
La participación de Polisario en el terrorismo internacional no se limita a Irán o Hezbolá. La información recurrente vincula a miembros del Frente Polisario con grupos yihadistas que operan en el Sahel, en particular Al-Qaeda y el Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS).
Los expertos evocan esta preocupante evolución: “Muchos milicianos del Polisario, formados en los campamentos de Tindouf, se han desplazado a Siria e Irak, donde lucharon junto a varias facciones yihadistas antes de regresar a la región del Sahel, aportando consigo una valiosa experiencia militar”.
El Sahel, ya plagado de violencia endémica, se ha convertido en un terreno privilegiado para los grupos yihadistas, y la conexión con el Polisario solo extiende este clima de terror. “El Polisario, al establecer vínculos con actores yihadistas, se convierte así en un relevo de desestabilización en una región ya profundamente marcada por los enfrentamientos entre facciones islamistas”, explican los analistas.
La amenaza de seguridad para la región y más allá
Las repercusiones de esta radicalización no se limitan únicamente al territorio sahariano. El Polisario, a través de sus alianzas con actores regionales y transregionales, constituye ahora una amenaza para la estabilidad de todo el Magreb y más allá.
Los informes de inteligencia, corroborados por investigaciones realizadas por instituciones como Africom, afirman que el Frente Polisario está cada vez más integrado en una red de redes, actuando como actor clave en las cadenas de financiación y apoyo logístico a los grupos terroristas que operan en el Sahel.
“El peligro”, subrayan los expertos, “radica en la capacidad de Polisario para federar grupos con diversas ideologías, pero que convergen en torno a la misma voluntad de desestabilización regional.
El eje del terrorismo saheliano se ve revitalizado por este estado de cosas, que mezcla el separatismo y el islamismo radical”.
Una necesidad de clasificación terrorista
En este contexto, la propuesta del Sr. Wilson de clasificar al Frente Polisario como una organización terrorista aparece no solo como una respuesta legítima a la realidad de los hechos, sino también como un acto necesario para la preservación de la seguridad regional.
El proyecto de ley, que ya ha recibido un amplio apoyo entre los políticos estadounidenses, busca establecer un marco legal para luchar mejor contra los grupos terroristas que operan en la región.
“El tratamiento del Polisario como organización terrorista no solo ofrece una aclaración sobre su naturaleza y actividades, sino que también permite coordinar mejor los esfuerzos internacionales para frenar los flujos de apoyo a los grupos radicales que operan en el Sahel”.
La intersección internacional: Seguridad, Soberanía y Voluntad Estratégica
Como señala un informe estratégico titulado The International Crossroads: Security, Sovereignty, and Strategic Will, “mientras la arquitectura de seguridad del Sahel sigue debilitándose, la designación del Polisario como organización terrorista no es una opción; es una necesidad. Las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) 2351 (2017) y 2494 (2019) piden una acción sólida contra las amenazas transnacionales.
Marruecos, al desmantelar treinta y dos células terroristas entre 2020 y 2024, demuestra su papel de baluarte. La inacción con respecto a la Polisario equivaldría a una política de apaciguamiento, comprometiendo la estabilidad del Magreb en nombre de la conveniencia política y en detrimento de las normas jurídicas internacionales”.
Este informe también insiste en la urgencia de una acción internacional concertada, añadiendo que “el reconocimiento de esta situación implica una alineación de las posiciones legales y diplomáticas con las realidades sobre el terreno. Calificar al Polisario como organización terrorista no es una maniobra política ni un ajuste a corto plazo: es una necesidad urgente basada en el derecho internacional y las obligaciones de seguridad colectiva”.
La decisión de incluir al Frente Polisario en la lista de organizaciones terroristas es, por tanto, un punto de inflexión estratégico, basado en un análisis en profundidad de los peligros actuales para la seguridad.
Este proyecto de ley del Sr. Wilson encarna la voluntad de Estados Unidos de abordar la raíz de las amenazas actuales, replanteando el Polisario como un actor desestabilizador cuyas ramificaciones van mucho más allá de la cuestión del Sáhara.
La evolución de esta situación, revela un cambio en la forma en que las potencias occidentales abordan las cuestiones de seguridad en el Sahel. Se necesita un enfoque más pragmático y riguroso para luchar contra la creciente influencia de los grupos terroristas y sus aliados regionales”.
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