La frágil calma diplomática entre Francia y Argelia, esbozada apenas una semana antes durante el viaje a Argel del ministro de Asuntos Exteriores, Jean-Noël Barrot, ya se tambalea bajo el peso de las nuevas tensiones. Doce agentes franceses, desplegados en la embajada y en varios servicios estatales en Argel, fueron declarados persona non grata por las autoridades argelinas, una medida a la que París responde con la amenaza de represalias inmediatas.
“Si se mantiene la decisión de despedir a nuestros agentes, no tendremos más remedio que responder de inmediato”, advirtió el lunes 14 de abril el jefe de la diplomacia francesa, en una declaración escrita transmitida a varias redacciones. Pide a las autoridades argelinas que “renuncien a estas medidas de expulsión no relacionadas con el procedimiento judicial en curso”.
Según una fuente diplomática, algunos de los funcionarios objeto de esta orden judicial pertenecen al Ministerio del Interior. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Argelia, por su parte, no especificó formalmente los motivos oficiales de esta decisión, pero denunció el sábado por la noche “un desarrollo inadmisible e indescriptible que causará un gran daño a las relaciones argelino-francesas”.
En los círculos informados, esta medida se percibiría como una respuesta directa a la detención en Francia de tres ciudadanos argelinos, acusados por la Fiscalía Nacional Antiterrorista (PNAT) de secuestro y secuestro relacionados con una empresa terrorista. Entre ellos se encuentra un agente consular empleado en una representación argelina en Francia.
Los hechos imputados se refieren a la desaparición temporal, el 29 de abril de 2024 en la región de París, de Amir Boukhors, conocido en las redes sociales como Amir DZ. Refugiado en Francia desde 2016 y beneficiario de asilo político desde 2023, es reclamado por Argel en virtud de órdenes de detención internacionales emitidas por fraude y delitos terroristas. La justicia francesa rechazó en 2022 una solicitud de extradición.
El caso irritó profundamente a las autoridades argelinas, que criticaron una “cábala judicial” basada, según ellas, en el simple hecho de que “el teléfono móvil del agente consular acusado habría limitado alrededor de la dirección del domicilio del energúmeno”. Este lenguaje, por decir lo menos, virulento contrasta con las promesas de apaciguamiento mostradas recientemente por los dos jefes de Estado.
El presidente Emmanuel Macron y su homólogo Abdelmadjid Tebboune habían proclamado hace apenas unos días su voluntad común de cerrar un episodio de discordia diplomática de rara intensidad. El desalojo anunciado de los agentes franceses bien podría reactivar un ciclo de tensiones que las cancillerías se habían esforzado por suspender