Con una inversión pública de 300 millones de dólares, una superficie de 210.000 m², un objetivo de 100 barcos construidos para 2040 y una capacidad de elevación de 9.000 toneladas, Marruecos construye en Casablanca el astillero más grande de África.
Este proyecto, respaldado por 3.500 km de costa, 1,2 millones de km² de espacio marítimo y 43 puertos, aspira a disputar con España su preeminencia regional y hacer del Reino un importante punto de anclaje industrial entre Europa, África y las Américas.
Marruecos ha lanzado oficialmente una licitación internacional para la explotación del mayor astillero jamás construido en África.
Situada en el corazón del puerto de Casablanca, esta infraestructura se extenderá sobre 210.000 m², el equivalente a treinta campos de fútbol, y estará equipada con una forma de adoblamiento de 244 metros de largo por 40 de ancho, así como un elevador vertical capaz de manipular edificios de 9.000 toneladas.
El presupuesto de este vasto complejo, llamado New Casablanca Port Shipyard, alcanza los 300 millones de dólares.
Este proyecto tiene como objetivo la construcción de un centenar de barcos para 2040 e incluye actividades de reparación y mantenimiento de flotas comerciales y militares.
La Agencia Nacional de Puertos (ANP), que supervisa el programa, requiere que los licitadores tengan al menos diez años de experiencia en la explotación de arsenales comparables. Los operadores pueden presentarse individualmente o dentro de una agrupación dirigida por una entidad cualificada.
La gestión se concederá por un período de treinta años.
Una estrategia industrial inspirada en el automóvil
El astillero se inscribe en la continuidad del modelo Marroquí de desarrollo industrial, coronado por el éxito de la industria del automóvil. El Reino, el principal exportador de vehículos del continente, debe este éxito a la implantación de los grupos Renault y Stellantis, cuyas fábricas produjeron más de 500.000 vehículos para la Unión Europea en 2023, con una facturación de 15.100 millones de euros. El sector representa ahora el 27% de las exportaciones y el 16% del producto interior bruto.
Este dinamismo industrial se basa en una mano de obra cualificada, un coste laboral controlado, una estabilidad política envidiada y una red de infraestructuras modernas.
El gobierno tiene ahora la intención de hacer converger las industrias naval, automovilística y aeronáutica en un polo integrado capaz de estimular un crecimiento sostenido.
HD Hyundai y Naval Group cortejados – Navantia descartada
Según El Economista, Rabat muestra un gran interés por la tecnología surcoreana en materia de construcción naval. En noviembre de 2024, Nizar Baraka, Ministro de Equipamiento y Agua, visitó la sede del grupo HD Hyundai Heavy Industries en Ulsan, donde se reunió con Lee Sang-kyun, director general de la obra, para examinar las posibilidades de cooperación. El grupo francés Naval Group también estaría entre los contendientes.
Por otro lado, El Confidencial afirma que la empresa española Navantia “no parece tener ninguna posibilidad”, ya que el propio diseño de la obra de Casablanca fue diseñado para competir directamente con las infraestructuras españolas.
Un ecosistema marítimo en plena expansión
El reino tiene un litoral de 3.500 kilómetros, un espacio marítimo de más de 1,2 millones de kilómetros cuadrados y 43 puertos, 14 de ellos comerciales.
Esta base geográfica favorece el desarrollo de un sector naval integrado, al servicio de las industrias relacionadas, en particular la aeronáutica y el automóvil. Para acompañar este auge, las autoridades han puesto en marcha un plan de mejora de las infraestructuras portuarias, un directorio de proyectos para la construcción y reparación naval, así como medidas de incentivo financiero para los inversores.
El puerto de Tánger-Med, buque insignia de esta política marítima, creció un 18,8% en 2024, alcanzando un volumen de 10,24 millones de contenedores.
Esta progresión contrasta claramente con el estancamiento del puerto español de Algeciras, su principal rival en el eje euro-africano.
Marruecos sigue siendo, hasta la fecha, el único país africano que tiene un tratado de libre comercio (TLE) con los Estados Unidos, en vigor desde 2004. También se beneficia de un acuerdo similar con la Unión Europea. En un contexto marcado por el auge del proteccionismo estadounidense, esta doble apertura confiere al Reino un posicionamiento estratégico de primer orden.
Un propósito afirmado: convertirse en la encrucijada industrial de África
Incluso antes de la introducción de las nuevas barreras arancelarias bajo la administración Trump, muchos analistas consideraron que Marruecos, a pesar de un arancel genérico del 10%, tenía la oportunidad de acoger las reubicaciones industriales de actores chinos, indios o europeos que deseaban eludir aranceles más severos.
Como señala El Economista, el Estado Marroquí tiene la intención de “reproducir en la construcción naval la historia del éxito del automóvil”.
Esta nueva orientación encarna una voluntad más amplia de transformación estructural del tejido industrial del Reino, apoyada en un tríptico marítimo, tecnológico y geoestratégico. Casablanca, gracias a este proyecto, bien podría convertirse en la figura de proa de una África que, ahora, construye sus propias ambiciones de acero.
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