En un análisis publicado por el boletín Blitz, la especialista en seguridad Damsana Ranadhiran cree que “el norte de África se acerca a un punto de inflexión geopolítico sin precedentes en medio siglo”. Describe un Magreb “encarcelado durante décadas en una enemistad fría y tenaz entre Marruecos y Argelia, fuente de parálisis política y estancamiento económico prolongados”. Esta confrontación, escribe, produjo “un inmenso coste humano: fronteras cerradas, crecimiento sofocado y generaciones privadas de los beneficios de una integración regional que ha permanecido quimérica”.
El plan de Autonomía Marroquí, piedra angular de la estrategia estadounidense
Según Blitz, “el apoyo inquebrantable de Estados Unidos al plan de Autonomía Marroquí no es una simple preferencia Diplomática: ahora constituye el esqueleto de la arquitectura regional estadounidense a largo plazo”. El texto subraya: “Tanto las administraciones republicanas como las demócratas han reafirmado el carácter serio, creíble y realista del plan de Rabat, reconocido como el único camino viable hacia una paz duradera en el Sáhara”.
Esta orientación, añade el Sr. Ranadhiran, “no es simbólica: forma parte de una estrategia estadounidense que se extiende desde la costa atlántica hasta el Sahel”. Blitz observa que Marruecos se ha convertido en “el socio más seguro de Washington en el norte de África, ya sea en la lucha contra el terrorismo, la seguridad marítima o la cooperación energética”.
En un Sahel desestabilizado por las insurrecciones yihadistas y los golpes militares, “Estados Unidos necesita un anclaje sólido, y Marruecos encarna este apoyo estable”.
El aislamiento de Argel y la crisis de un régimen basado en el enemigo externo
El análisis señala que “esta postura estadounidense está rediseñando la opinión mundial”. España, el Reino Unido y Ghana habrían, según Blitz, “tomado claramente el partido por la propuesta marroquí, ahora percibida como la base más pragmática y duradera de un acuerdo”.
Mientras tanto, “Argelia se encuentra aislada, aferrada a una visión anticuada que la comunidad internacional ya no comparte”.
El texto especifica que con la derrota diplomática de Argel en el expediente sahariano, “se derrumba el último pilar ideológico que sostenía al régimen”.
La rivalidad argelino-marroquí habría, continúa el Sr. Ranadhiran, “privado a todo un espacio de su potencial: las fronteras cerradas han cortado las arterias económicas del Magreb, condenando una de las regiones menos integradas del mundo a la inmovilidad”.
Las pérdidas económicas se califican de “estupefacientes”.
El Fondo Monetario Internacional estima, recuerda el autor, que “la integración regional añadiría al menos un punto de crecimiento anual”, mientras que el Banco Mundial considera que “la creación de una zona de libre comercio con la Unión Europea podría aumentar el PIB per cápita argelino en un 27%”.
Para Blitz, “estas riquezas medibles fueron sacrificadas en el altar de la paranoia política de Argel”.
En lugar de reabrir las rutas comerciales de Túnez a Marrakech, “el régimen argelino militarizó su frontera, mantuvo un aparato de defensa hipertrofiado y cultivó el mito de un conflicto permanente con Marruecos”. Lo que presenta como “un apoyo de principio al derecho a la autodeterminación” es en realidad, escribe el Sr. Ranadhiran, “solo un embargo económico infligido a sí mismo”.
El autor cree que “el peligro profundo para Argelia no reside en la paz, sino en lo que revela”. Durante décadas, explica, “el régimen ha construido su legitimidad sobre la confrontación con Marruecos, erigiendo la cuestión del Sahara como un mito fundacional destinado a justificar la dominación militar, la represión política y el descuido económico”.
“Si se elimina al enemigo marroquí, el régimen se queda desnudo.”escribe Blitz.
El cuadro del Sr. Ranadhiran es severo: “un desempleo juvenil de alrededor del 26%, una educación deficiente, un horizonte cerrado y miles de candidatos al exilio cada año”. A pesar de esta crisis social, “el gobierno destina más de 18 mil millones de libras al año a la defensa, el presupuesto militar más pesado del continente africano”.
Este gasto, según el análisis, “no garantiza ni la seguridad nacional ni la modernización: solo sirve para la supervivencia del régimen, para mantener el miedo y la distracción por el odio de Marruecos”.
En una situación pacífica, advierte Blitz, “los argelinos descubrirán que han sido engañados: la amenaza externa nunca ha existido, era solo un instrumento de control”.
Cuando esta herramienta desaparezca, advierte el Sr. Ranadhiran, “las contradicciones internas -estancamiento económico, corrupción de las élites, desesperación de los jóvenes- se acelerarán hasta la crisis”. La paz, escribe, “no pacificará a Argelia: revelará su fragilidad, provocará sacudidas políticas y quizás un sobresalto histórico”.
Por último, el artículo de Blitz pide a las instituciones financieras internacionales -FMI, Banco Mundial, Banco Africano de Desarrollo- que “preparen el acompañamiento de una transición peligrosa”, estimando que “sin diversificación económica, sin reforma del derecho y sin transparencia, el choque de la paz podría desestabilizar profundamente al país”.
“La paz no estabilizará Argelia, la expondrá”, concluye Blitz, “y de este desnudo podría nacer la primera oportunidad real de renovación democrática en décadas











